Inmerso en un mundo de continuo movimiento, en medio del límite de lo urbano y lo natural,  surge el  mirador ¨Espiral al cielo¨. Este se piensa desde los recorridos introspectivos internos y externos; desde las llegadas y estadías; desde las visuales lejanas y cercanas que hay a su alrededor, pues lo que lo hace interesante es su cercanía con la naturaleza, su ubicación en los cerros orientales de Bogotá y su imponente forma de espiral o torbellino. En ese sentido, surge la idea  que parte de recorrer para observar y contemplar. La materialidad de cada uno de los espacios es la principal causa de las experiencias en las personas. Así, mediante la contraposición entre la estereotomía (concreto) y  los elementos tectónicos (madera) , lo natural y lo urbano se logra conformar una espiral hacia el cielo. Una conexión con la materialidad única, y por supuesto una introspección total con la naturaleza.